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El bien es todo lo que favorece que alcancemos nuestro fin.
Puede expresarse de varias formas:
Alcanzar la bienaventuranza en el cielo con el mayor mérito posible para así estar allí lo más cerca posible de Dios.
Conformarnos, hacernos al máximo semejantes a Jesucristo (en nuestro comportamiento: hechos, palabras, pensamientos; evidentemente no en nuestra apariencia física, pues aunque dicen que, según la sábana santa, medía dos metros, no podemos crecer de estatura. Los pigmeos también pueden ser grandísimos santos, y las mujeres ya lo han demostrado, empezando por nuestra santísima madre que no hay alabanza que se quede corta).
Estar en la Tierra dando gloria a Dios con nuestros pensamientos, palabras y actos.
Vivir cumpliendo los mandamientos de Dios y de la santa madre Iglesia.
Traer la gloria de Dios a la Tierra.
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La bondad o maldad de algo es si sirve o no para cumplir para lo que fue hecho, si la acción es conforme a su naturaleza o no.
Usar un destornillador para hacer un agujero es un mal uso de él, pues no fue hecho para eso. Un auto que se estropea frecuentemente es un mal auto, pues no sirve para lo que fue hecho.
Para discriminar en cada momento qué es el bien y qué el mal, aparte de conocer la doctrina, puede servirnos este artículo sobre el juzgar.
Es todo lo contrario a los mandamientos de la ley de Dios.
El Mal es lo que el Diablo nos recomienda hacer: pecar, el pecado.
Es lo que disminuye la belleza, la verdad, o la bondad (ver la Santísima Trinidad)
Jesucristo dijo: yo soy la Verdad, el Camino y la Vida.
El
mal es lo contrario: la mentira, la inmoralidad y la destrucción.
Es todo lo que frena el desarrollo de lo invisible, el cambio hacia un mayor esplendor, el desarrollo espiritual.
La apariencia material, exterior, es secundaria. Porque la belleza externa es el resultado de la belleza interior, invisible.
En un auto de carreras, lo que lo hace que gane las carreras, no es el color de su carrocería o las figuras que lleve pintadas en ella o su número, sino lo invisible: su motor y la pericia del piloto.
El Mal, las acciones inspiradas por el Diablo, son como la fuerza de la gravedad, que sin ella no podríamos bailar, no podríamos crecer espiritualmente.
Gracias a ella el bailarín puede lanzar a la bailarina al aire y recogerla en su caída.
Dios (ejerciendo de padre bondadoso y sabio) le permite que nos tiente para que podamos ejercer nuestra libertad de escoger el mal o el bien.
Es como cuando, nosotros padres, permitimos que un hijo se exponga a dificultades, a riesgos. Si le sobreprotegemos y nunca dejamos que corra ningún riesgo, que pueda equivocarse, no desarrolla su libertad, su autocontrol, su sabiduría.
La vida nos presenta cada vez problemas más difíciles. Pero los padres no podemos estar toda la vida protegiendo a nuestros hijos, con lo que llegará un momento que se tendrán que enfrentar ellos solos a los problemas.
Como no estarán entrenados, tendrán lesiones. Como cualquier deportista que se pone a competir sin antes haber entrenado o calentado su cuerpo.
Necesitamos el Mal, el Diablo y sus tentaciones.
Y siempre hay gente dispuesta a hacer el Mal, a pesar de lo desgraciados que les va a hacer.
Todos, a veces, (porque somos pecadores), también hemos seguido los consejos del Diablo, con gusto y gratis (y luego hemos tenido que pagar las consecuencias del error).
Los males que nos acaecen, las penas de la vida, es un tipo de mal diferente al anterior. Son los “males de pena”, son las “penas de la vida”, son las penas temporales que nos ganamos al pecar.
Cuando en el Padrenuestro decimos “líbranos del mal”, no es de éste, sino del anterior.
De éste se lo pedimos en el Padrenuestro cuando decimos “perdónanos nuestras deudas”, pues nuestras penas temporales pago de nuestros pecados, esas se las debemos, las tenemos que pagar, aquí o en el Purgatorio.
Apreciado lector: El libro que les anuncié sobre el cielo ya está publicado. Aquí tienen más detalles del libro y el PDF completo para descargar gratis. - - - Sobre lo que pasa, he preparado esta breve y austera web (ComprensionyAprecio.es) |
Rezar el Rosario (mejor en latín) es imprescindible.
Estas páginas son apuntes que pueden contener errores de un servidor y se van mejorando con el tiempo y la gracia de Dios.
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