Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, criatura predilecta (nota 1), la mejor de la creación, no así el resto de criaturas inferiores.
El resto de criaturas (animales) son como robots, no son libres ni inteligentes: no pueden pecar ni enfermar por ello (excepto cuando nosotros las retiramos de su ambiente natural). Son robots biológicos: ni las hormigas sufren por trabajar todo el día ni la cigarra está alegre porque se lo pasa cantando. Hechas por Dios, son infinitamente más inteligentes que los robots electrónicos que hacemos nosotros.
Y por ello, por ser hijos suyos (nota 2), así nos trata, no como esclavos. Es decir:
Como el mejor superior (jefe, maestro) no nos dice todos los
detalles de lo que tenemos que hacer o dejar de hacer (eso es anular
al subordinado, al hijo).
Sino que sólo nos dice los límites
más graves (no matar, no robar, no mentir, no adulterio), luego
sólo unos pocos preceptos positivos concretos (honra a tus padres y
santifica las fiestas), y unas directrices generales: ama a Dios
sobre todas las cosas, no tomes el nombre de Dios en vano, no
codicies aunque puedas conseguirlo justamente, ama a tus enemigos.
Es un padre infinitamente paciente y bondadoso: nos deja equivocarnos grave e innumerables veces y siempre espera que volvamos a él para perdonarnos. Incluso perdona a gente que hizo muchísimo daño a la Iglesia, como Liénart, que en su lecho de muerte se arrepintió y confesó. Él llegará al cielo, aunque ocupe el último lugar y le cueste muchos años de sufrimiento en el purgatorio. ¡Ha hecho más fiesta por esos médicos que han realizado miles de abortos y que se han arrepentido que por nosotros que no hemos nunca matado una mosca! Dios quiera que no tengamos una muerte súbita que nos pille en pecado mortal.
No nos persigue como enemigos sino que nos corrige, castiga, prueba, como hijos.
Todo ocurre porque Él quiere o lo permite, incluso lo que nos hacen nuestros enemigos (Mundo, Demonio y Carne) para probarnos (aunque ellos obren con voluntad depravada).
El Señor a quien ama le castiga, para probarlo y hacerlo crecer a través de las adversidades. Como se funde un metal para purificarlo.
Dios no nos envía ninguna prueba superior a nuestras fuerzas. Como todo buen jinete entrenando a su caballo, va subiendo la altura del obstáculo poco a poco y a medida que el caballo va teniendo fuerza para saltarlo (no le hace saltar obstáculos insalvables).
Dios nos envía en cada momento justo la dificultad que más necesitamos. La dificultad que corresponde con nuestro mayor pecado, que tenemos que aprender a superar y que repetiremos hasta que no aprendamos a verla con sus ojos.
Dios nos ama sin medida, sin cálculo: como el pastor que da la vida por sus ovejas, o que abandona el rebaño por ir a buscar a una oveja descarriada. Ningún pastor humano ama tanto a sus ovejas como llegar a eso.
Dios respeta nuestra libertad (misterio: Dios respetando la
voluntad de su criatura)
La prueba de que Adán (y nosotros)
era libre es que desobedeció a Dios.
"Por más que Dios nos haya criado sin nuestro concurso, no nos justificará sin que nosotros queramos. Así lo enseña San Agustín: 'El que te crió a ti sin ti, no te justificará si tú no lo quieres'; porque quiere que el hombre coopere a la gracia".
"En el Padrenuestro, cuando dice "hágase tu voluntad", no dice, hagamos, para que no parezca que nada hace la gracia de Dios; ni dice, has, a fin de que no creamos que nada hacen nuestra voluntad y esfuerzo: sino hágase, por medio de la gracia de Dios". Catecismo de Trento.
Esta fue la causa de que un tercio de los ángeles se fueran al infierno: no estuvieron de acuerdo en que Dios escogiera al hombre para encarnarse en él, siendo como son los ángeles criaturas más perfectas que el hombre. Nosotros participamos de la naturaleza divina (si bautizados y en gracia), somos Hijos de Dios, cosa que los ángeles no. Con nuestros méritos en esta vida hacemos crecer esta participación.
"Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para obrar todavía solamente por temor como esclavos, sino que habéis recibido el espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos con tanta confianza: Padre."
Aunque gobierna a todas las cosas, a nosotros nos gobierna como a señores, a las otras criaturas como a esclavos.
Se llama "Padre", porque nos ha adoptado; a las otras criaturas les ha dado ciertos regalos, pero a nosotros nos ha confiado su heredad, y esto como a hijos, y si somos hijos también nos pertenece la herencia. "No habéis recibido ahora el espíritu de servidumbre para obrar todavía solamente por temor como esclavos; sino que habéis recibido la adopción de hijos, en virtud de la cual clamamos con toda confianza: Abba, esto es, ¡Oh Padre mío!" (Romanos VIII, 15).
(Somos hijos suyos sólo si estamos bautizados y en gracia).
Acabo de publicar unos libros muy interesantes sobre el cielo y el ángel de la guarda, de sacerdotes de principios del siglo XX. Tienen reseñas de los mismos en esta página de mi otra web |
Rezar el Rosario (mejor en latín) es el principal recurso que nos queda.
Estas páginas son apuntes que pueden contener errores de un servidor y se van mejorando con el tiempo y la gracia de Dios.
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