Tanto en el cielo como en el infierno hay grados. Tanto hayamos amado a Dios en la tierra (amor demostrado con obras), tanta mejor posición tendremos en el cielo. Un minúsculo mérito ganado en la tierra vale muchísimo para el cielo porque dura eternamente. (Ver “en concreto, qué tenemos que hacer”)
Ambos duran eternamente, para siempre.
En ambos veremos la realidad sin velos.
El infierno tiene grados según la cercanía a Satanás (gráfico de Dante *):
(*) Este gráfico de Dante no es un texto revelado, un texto oficial de la Iglesia.
“Las almas, empero, de aquellos que mueren en pecado mortal o con solo el original, descienden inmediatamente al infierno, para ser castigadas, aunque con penas desiguales.” Denzinguer 464
“Los Santos Padres, al describimos las penas que los réprobos experimentan, nos dicen que cada sentido estará atormentado según los crímenes que cometieron y los placeres de que gustaron: el que tuvo la desgracia de entregarse al vicio de la impureza, estará cubierto de serpientes y dragones que le devorarán por toda la eternidad; sus ojos que se complacieron en deshonestas miradas, sus oídos que escucharon con gusto cantos y conversaciones impúdicas, su boca que vomitó toda clase de inmundicia, serán otros tantos canales de donde saldrán torbellinos de devoradoras llamas; sus ojos no verán otra cosa que los más horribles objetos. El avaro sentirá tanta hambre que se devorará a sí mismo, el orgulloso será pisoteado por los demás condenados, el vengativo será arrastrado a las llamas por los demonios. No, hermanos míos, no habrá parte de nuestro cuerpo que no sufra a proporción de los crímenes que cometió.” Sermón del día de la Ascensión, del S. cura de Ars.
Es parecido al infierno en que también es como un anfiteatro, pero en vez de estar el Demonio en el centro, está Dios, y los bienaventurados están en gradas, más o menos cerca de Él.
También podemos imaginarlo como un estadio, y Dios estar en el centro del campo y los bienaventurados más o menos cerca de Él: la Virgen, S. José y los arcángeles en primera fila, luego los santos en segunda fila (ver lo dicho más adelante), luego el resto de bienaventurados en filas cada vez menos cerca de Dios.
«En la casa de mi Padre hay muchas moradas», dice Jesús (Jn 14,2) pues el Señor «dará a cada uno según sus obras» (Mt 16,27; +1 Cor 3,8), y «el que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con largueza, con largueza cosechará» (2 Cor 9,6; +15,41).
«Cada uno está contento con el lugar en que está, con haber tan grandísima diferencia de gozar a gozar en el cielo» (Santa Teresa. Vida 10,3).
En el cielo unos tendrán mayor luminosidad que otros (1 Cor 15,41)
“Al llegar a la bienaventuranza, llegará cada cual al término prefijado para él en la divina predestinación, y no habrá lugar a pasar más adelante, aunque en ese acabar quedará uno más cerca de Dios que otro. De esta manera, el gozo de cada uno será pleno y completo por parte de quien goza, ya que todos los deseos se verán plenamente colmados. Con todo, el gozo de uno será mayor que el de otro por la participación más plena de la bienaventuranza divina.” Summa II-II, C.28 a.4, ad 2
Nosotros, con nuestras fuerzas, no podemos “mejorar de sitio”. Sólo con las fuerzas de Dios podemos alcanzar a morirnos con la gracia para ir al sitio que Dios nos tenía reservado, nunca más adelante. Con nuestras fuerzas sólo podemos ir “perdiendo posiciones”, irnos nos todo lo atrás que queramos haciendo el mal, incluso condenarnos al infierno. En el cielo no conoceremos todo, sólo en función de nuestros méritos.
Los santos no están todos a la misma distancia de Dios. Los habrá más cerca que otros. Puede haber mucha gente que, sin haber sido declarada santa por la Iglesia, esté más cerca de Dios que algunos santos, haya sido grandísima santa sin que nadie lo haya notado. Se puede ser un gran santo sin hacer exteriormente nada que se salga de lo ordinario.
“Pues yo digo que lo mismo acontecerá respecto a la felicidad de los bienaventurados en el cielo: su dicha, sus goces y su alegría estarán a proporción de lo que hicieron sufrir al cuerpo durante su vida. Si tuvimos horror a los cantos y conversaciones infames, en el cielo no oiremos más que tiernos y maravillosos cánticos, con que los ángeles harán resonar la celestial bóveda; si fuimos castos en nuestras miradas, nuestros ojos no se ocuparán más que en contemplar cosas cuya belleza los tendrá en un éxtasis continuo, del cual jamás se causarán : es decir iremos siempre descubriendo nuevas bellezas semejantes a una fuente de amor que mana sin cesar. Nuestro corazón, que en su destierro había gemido y llorado, estará embriagado en una dulzura tal, que no será dueño de sí mismo. El Espíritu Santo nos dice que los castos se asemejarán a una persona recostada en un lecho de rosas, cuyos perfumes la mantienen en éxtasis continuo. En una palabra, los santos, durante toda una eternidad, no harán sino gozarse en medio de castos y puros placeres.” Sermón del día de la Ascensión, del S. cura de Ars.
“nos llevaremos cuanto estimamos más precioso; los bienes perecederos los dejaremos acá en la tierra, y nos seguirá lo que debe durar eternamente. Al solitario le acompañará su silencio, su retiro y sus oraciones todas; al religioso le acompañarán las maceraciones de su cuerpo, sus ayunos y sus abstinencias; al sacerdote, todos sus trabajos apostólicos: allí verá las almas por él convertidas, las cuales constituirán su recompensa y su gloria; el fiel cristiano volverá a hallar sus buenas confesiones y comuniones, y todas las virtudes y buenas obras por él practicadas” Sermón sobre la muerte del justo, del S. cura de Ars.
Una vez le preguntaron a Dios:
¿Cómo son el cielo y el infierno?
Dios respondió: Ven y verás, te mostraré el infierno.
Fueron donde una gente estaba alrededor de una gran olla con arroz, todos hambrientos y desesperados, porque tenían unas cucharas con mangos de dos metros con los que podían agarrar con ellas el arroz pero no podían llevárselo a la boca.
Vamos a ver el cielo ahora, dijo Dios.
Fueron a otro sitio idéntico donde había otra gente igualmente alrededor de otra olla con sus largas cucharas pero todos felices y contentos.
¿por qué estaban tan felices aquí, si las condiciones materiales eran las mismas?
En el infierno cada uno intenta comer con su cuchara.
En el cielo cada uno da de comer a los demás.
(En Japón, en la mesa, cada uno debe servir la bebida a los demás y no puede servirse a sí mismo. Se parece al ...)
El cuerpo con el que resucitaremos para ir al cielo:
No tendrá ninguna de las imperfecciones que tenemos ahora (si estamos cojos o mancos tendremos el cuerpo completo). En su plenitud de desarrollo y facultades (juvenil).
Mantendrá las características propias, que lo diferencian de los demás: cara, estatura, complexión, etc. (no las deformidades. Quizá haya cosas que consideremos propias erróneamente, y seamos un poco más altos o bajos en el cielo, o con ligeras modificaciones en la cara o complexión).
Con los aspectos anteriores, será un cuerpo libre de todo padecimiento, inmortal, bellos «brillarán como el sol en el reino del Padre» (Mt 13,43), y unos tendrán, eso sí, mayor luminosidad que otros (1 Cor 15,41).
"Ningún vició habrá entonces en los cuerpos: si algunos hubiesen sido excesivamente gruesos, no tomarán toda la mole del cuerpo, sino que se reputará superfluo aquello que excediere su debida proporción. Y al contrario, Cristo restituirá por virtud divina todo lo que la enfermedad o vejez hubiese consumido en el cuerpo, como también lo que faltare a los que hubiesen sido muy flacos y delgados, porque Cristo no solamente nos volverá el cuerpo, sino también todo lo que la miseria de esta vida nos hubiere quitado". "No recobrará el hombre los cabellos que tuvo, sino los que fuere decente tener, según aquello: Todos los cabellos de vuestra cabeza están contados, porque se han de restituir según la divina sabiduría".CT
Según el grado de cercanía a Dios en el cielo, lo veremos más o menos cerca. Su contemplación de Cristo nos transfigurará en él. «Contempladlo y quedaréis radiantes» (Sal 33,6).
Acabo de publicar unos libros muy interesantes sobre el cielo y el ángel de la guarda, de sacerdotes de principios del siglo XX. Tienen reseñas de los mismos en esta página de mi otra web |
Rezar el Rosario (mejor en latín) es el principal recurso que nos queda.
Estas páginas son apuntes que pueden contener errores de un servidor y se van mejorando con el tiempo y la gracia de Dios.
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