Si fijamos la meta de nuestra vida sólo en no condenarnos (alcanzar el cielo), aparte de que "apuntando tan bajo corremos el riesgo de errar el tiro y no dar en absoluto en la diana (condenarnos)", olvidamos que en el cielo hay grados que corresponden a como hayamos aprovechado nuestros "talentos" en la tierra (parábola de los talentos). Si los aprovechamos al 100%, si cumplimos al 100% la voluntad de Dios con las gracias que recibamos, conseguiremos el puesto que Dios nos tiene reservados en el cielo desde antes de la creación del mundo. Cuanto menos aprovechemos, más desperdiciemos las gracias que Dios nos da, más lejos quedamos de ese puesto y podemos incluso llegar a condenarnos.
Cuando al rezar el rosario asociemos el segundo misterio de gloria con el "fervor por ir al cielo", recordemos que en el cielo hay grados. Además, un minúsculo mérito adicional ganado en la tierra vale muchísimo para el cielo porque dura para siempre.
El infierno tiene grados según la cercanía a Satanás: “Las almas, empero, de aquellos que mueren en pecado mortal o con solo el original, descienden inmediatamente al infierno, para ser castigadas, aunque con penas desiguales.” Denzinguer 464.
Es parecido al infierno en que también es como un anfiteatro, pero en vez de estar el Demonio en el centro, está Dios, y los bienaventurados están en gradas, más o menos cerca de Él.
También podemos imaginarlo como un estadio, y Dios estar en el centro del campo y los bienaventurados más o menos cerca de Él: la Virgen, S. José y los arcángeles en primera fila, luego los santos en segunda fila (ver lo dicho más adelante), luego el resto de bienaventurados en filas cada vez menos cerca de Dios.
«En la casa de mi Padre hay muchas moradas», dice Jesús (Jn 14,2) pues el Señor «dará a cada uno según sus obras» (Mt 16,27; 1 Cor 3,8), y «el que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con largueza, con largueza cosechará» (2 Cor 9,6; 15,41).
«Cada uno está contento con el lugar en que está, con haber tan grandísima diferencia de gozar a gozar en el cielo» (Santa Teresa. Vida 10,3).
En el cielo unos tendrán mayor luminosidad que otros (1 Cor 15,41)
“Al llegar a la bienaventuranza, llegará cada cual al término prefijado para él en la divina predestinación, y no habrá lugar a pasar más adelante, aunque en ese acabar quedará uno más cerca de Dios que otro. De esta manera, el gozo de cada uno será pleno y completo por parte de quien goza, ya que todos los deseos se verán plenamente colmados. Con todo, el gozo de uno será mayor que el de otro por la participación más plena de la bienaventuranza divina.” Summa II-II, C.28 a.4, ad 2
Nosotros, con nuestras fuerzas, no podemos “mejorar de sitio”. Sólo con las fuerzas de Dios podemos alcanzar a morirnos con los méritos para ir al sitio que Dios nos tenía reservado desde antes de la creación del mundo, nunca más adelante. Con nuestras fuerzas sólo podemos pecar, ir “perdiendo posiciones" hasta incluso condenarnos.
Los santos no están todos a la misma distancia de Dios. Los habrá más cerca que otros. Puede haber mucha gente que, sin haber sido declarada santa por la Iglesia, esté más cerca de Dios que algunos santos, haya sido grandísima santa sin que nadie lo haya notado. Se puede ser un gran santo sin hacer exteriormente nada que se salga de lo ordinario.
Benditas monjas que sufren persecución en España (junio 2024) por seguir a Dios. Acabo de publicar unos libros muy interesantes sobre el cielo y el ángel de la guarda, de sacerdotes de principios del siglo XX. Tienen reseñas de los mismos en esta página de mi otra web |
Rezar el Rosario (mejor en latín) es el principal recurso que nos queda.
Estas páginas son apuntes que pueden contener errores de un servidor y se van mejorando con el tiempo y la gracia de Dios.
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