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El libro más leído después de la Biblia.
A continuación se presentan algunos extractos del libro agrupados en temas:
En las citas, a veces habla "el alma", otras veces
"habla Jesucristo"
Los comentarios al texto
original (0,3 Mb) están en cursiva.
La numeración de las
citas indica: Libro, capítulo, apartado.
1.2 Si vieres a alguno pecar públicamente o cometer culpas
graves, no te debes juzgar por mejor, porque no sabes cuánto podrás
perseverar en el bien.
(cuántas veces nos juzgamos mejores
que otros por cosas nimias, porque llevan una pequeña mancha en la
camisa)
Todos somos flacos; mas tú a nadie tengas por más flaco que a
ti.
1.7.3 No te estimes por mejor que otros, porque no seas quizá
tenido por peor delante de Díos, que sabe lo que hay en el hombre.
(porque quizá a ellos les dió menos talentos que a nosotros, al
menos en el aspecto que consideramos)
3.58.3 Por eso quien
despreciare a uno de mis pequeñuelos, no honra al grande, porque yo
hice al grande y al pequeño.
3.58.7 Mucho más agradable es a
Dios el que piensa en la gravedad de sus propios pecados, y la
poquedad de sus virtudes, y cuán lejos está de la perfección de
los Santos, que el que .
(Lo que hacemos bien lo hacemos
gracias a Él, lo que hacemos mal es exclusivamente cosecha nuestra):
1.7.3 No te ensoberbezcas de tus buenas obras.
3.42.2 El que
se atribuye a sí mismo algo bueno, impide que la gracia de Dios
venga sobre él; porque la gracia del Espíritu Santo siempre busca
el corazón humilde.
1.3.3 mas siempre se ha de anteponer la buena conciencia y la vida
virtuosa.
1.21.2 Bienaventurado el que renunciare todas las cosas
que pueden mancillar o agravar su conciencia.
2.6.1 (la
conciencia es lo que nos dice el corazón)
La mala conciencia
siempre está con inquietud y temor. Suavemente descansarás, si tu
corazón no te reprende. No te alegres sino cuando obrares bien. Los
malos nunca tienen alegría verdadera ni sienten paz interior;
3.36.1 pon tu corazón fijamente en Dios, y no temas los juicios
humanos cuando la conciencia no te acusa.
3.46.2 permitiéndolo
Yo acaece esto, para que se descubran los pensamientos de muchos
corazones.
3.46.5 sé Tú mi fortaleza y toda mi confianza, pues
no me basta mi conciencia.
3.46.5 Porque mejor me está tu
misericordia copiosa para alcanzar perdón, que mi presumida
justificación para defender lo oculto de mi conciencia. Y aunque
ella nada me acuse, no por esto me puedo tener por justo; porque
quitada tu misericordia, no será justificado en tu acatamiento
ningún viviente. (porque puedo no tener conciencia, no darme
cuenta de pecados graves. Y quizá peco por ignorancia culpable, al
ignorar algo que debería saber)
3.49.6 Pues por esta poca voluntad que ahora dejas de grado,
poseerás para siempre tu voluntad en el cielo. Allí, pues, hallarás
todo lo que quisieres, y cuanto pudieres desear. Allí tendrás en tu
poder todo el bien, sin miedo de perderlo. Allí, tu voluntad, unida
con la mía para siempre, no apetecerá cosa alguna contraria o
propicia. Allí ninguno te resistirá, ninguno se quejará de ti,
nadie te embarazará, nada se te opondrá; sino que todas las cosas
que deseares las disfrutarás juntas, y llenarán y colmarán tus
deseos. Allí te daré honor por la afrenta padecida, vestidura de
gloria por la aflicción, y por el ínfimo lugar la silla del reino
eterno. Allí se verá el fruto de la obediencia, aparecerá muy
alegre el trabajo de la penitencia, y la humilde sumisión será
gloriosamente coronada.
4.11.2 Yo tengo verdaderamente y adoro al
mismo a quien adoran los ángeles en el cielo: más yo solo con la fe
por ahora, ellos claramente y sin velo. Debo yo contentarme con la
luz de una fe verdadera, y andar con ella hasta que amanezca el día
de la claridad eterna, y desaparezcan las sombras de las figuras. Mas
cuando llegue este perfecto estado, cesará el uso de los
Sacramentos; porque los bienaventurados en la gloria no necesitan de
medicina sacramental. Sino que están siempre absortos de gozo en
presencia de Dios, contemplando cara a cara su gloria; y trasladados
de esta claridad al abismo de la claridad de Dios, gustan el Verbo
encarnado, como fue en el principio, y permanecerá eternamente.
Importancia de la reunión de fieles
1.10.2 no poco
servirá para nuestro espiritual aprovechamiento la devota plática
de cosas espirituales, especialmente cuando muchos de un mismo
espíritu y corazón se juntan en Dios.
1.22.4 Mas en el fin
sentirán gravemente cuán vil y nada lo que amaron.
1.23.6 Trata
ahora de vivir de modo que en la hora de la muerte puedas más bien
alegrarte que temer.
1.24.3 ¿En qué otra cosa se cebará aquel
fuego sino en tus pecados? Cuando más te perdonas ahora a ti mismo,
y sigues a la carne, tanto más gravemente serás después
atormentado, pues guardarás mayor materia para quemarte. En lo mismo
que más peca el hombre será más gravemente castigado. Allí los
perezosos serán punzados con los aguijones ardientes, y los golosos
serán atormentados con gravísima hambre y sed. Allí los lujuriosos
y amadores de deleites, serán rociados con ardiente pez y hediondo
azufre; y los envidiosos aullarán de dolor como rabiosos perros.
1.25.4 Dos cosas especialmente ayudan mucho a enmendarse, es a
saber: desviarse con esfuerzo de aquello a que le inclina la
naturaleza viciosamente y trabajar con fervor por el bien que más le
falta. Trabaja también en vencer y evitar lo que de ordinario te
desagrada en tus prójimos.
3.3.5 Y dos lecciones les doy cada
día: una reprendiendo sus vicios; otra amonestándolos al
adelantamiento de las virtudes.
(por llo tenemos que hacer el
examen de conciencia diario)
3.36
Capítulo XXXVI: Contra
los vanos juicios de los hombres.
Jesucristo:
1. Hijo, pon tu
corazón fijamente en Dios, y no temas los juicios humanos cuando la
conciencia no te acusa. (...) Los más hablan demasiadamente, y por
eso se les debe poco crédito. Y también satisfacer a todos no es
posible.
2. Mucho hizo por la salud y edificación de los otros
trabajando cuanto pudo y estaba de su parte; pero no se pudo librar
de que le juzgasen y despreciasen alguna veces. Por eso lo encomendó
todo a Dios, que le conoce todo, y con paciencia y humildad se
defendía de las malas lenguas y de los que piensan vanidades y
mentiras, y las dicen como se les antoja. Y también respondió
algunas veces, porque no se escandalizasen algunas almas débiles en
verle callar.
3. ¿Quién eres tú para que temas al hombre
mortal? Hoy es, y mañana no parece. Teme a Dios, y no te espantes de
los hombres. ¿Qué te puede hacer el hombre con palabras o injurias?
Más bien se daña a sí mismo que a ti; y cualquiera que sea, no
podrá huir el juicio de Dios. Ten presente a Dios, y no
contiendas con palabras de queja. Y si ahora quedas debajo, al
parecer, y sufres la humillación que no mereciste, no te indignes
por eso, ni por la impaciencia disminuyas tu victoria. Sino mírame a
Mí en el cielo, que puedo librar de toda confusión e injuria, y dar
a cada uno según sus obras.
3.42.2 Si te supieses perfectamente anonadar y desviar de todo amor criado, yo entonces te llenaría de abundantes gracias. Cuando tú miras a las criaturas, apartas la vista del Criador. Aprende a vencerte en todo por el Criador, y entonces podrás llegar al conocimiento divino. Cualquier cosa, por pequeña que sea, si se ama o mira desordenadamente, nos estorba gozar del sumo bien, y nos daña.
4.18.2 Que el hombre no debe ser curioso en examinar este
Sacramento, sino humilde imitador de Cristo, sometiendo su parecer a
la sagrada fe.
Fe se te pide y vida sencilla, no elevación de
entendimiento ni profundidad de los misterios de Dios. Si no
entiendes y comprendes las cosas más triviales, ¿cómo entenderás
las que están sobre la esfera de tu alcance? Sujétate a Dios, y
humilla tu juicio a la fe, y se te dará la luz de la ciencia, según
tu fuere útil y necesaria.
(esto no quiere decir que no
estudiemos lo que como creyentes estamos obligados a
conocer, la doctrina).
3.54
Capítulo LIV: De los diversos movimientos de la
naturaleza y de la gracia.
(la naturaleza son los impulsos que
tenemos por el hecho de ser hombres y la gracia son los influjos de
Dios. La palabra gracia describe otras cosas que no detallamos)
Jesucristo:
1. Hijo, mira con vigilancia los movimientos de
la naturaleza y de la gracia, porque son muy contrarios y sutiles, de
modo que con dificultad son conocidos sino por varones espirituales e
interiormente alumbrados. Todos desean el bien, y en sus dichos y
hechos buscan alguna bondad; por eso muchos se engañan con color del
bien.
2. La naturaleza es astuta, atrae a sí a muchos, los
enreda y engaña, y siempre se pone a sí misma por fin. Mas la
gracia anda sin doblez, se desvía de toda apariencia de mal, no
pretende engañar, sino que hace todas las cosas puramente por Dios,
en quien descansa como en su fin.
3. La naturaleza no quiere ser
mortificada de buena gana, ni estrechada, ni vencida, ni sometida de
grado. Mas la gracia estudia en la propia mortificación, resiste a
la sensualidad, quiere estar sujeta, desea ser vencida, no quiere
usar de su propia libertad, apetece vivir bajo una estrecha
observancia, no codicia señorear a nadie, sino vivir y servir, y
estar debajo de la mano de Dios; por Dios está pronta a obedecer con
toda humildad a cualquiera criatura humana.
4. La naturaleza
trabaja por su conveniencia, y tiene la mira a la utilidad que le
puede venir. Pero la gracia no considera lo que le es útil y
conveniente, sino lo que aprovecha a muchos.
5. La naturaleza
recibe con gusto la honra y la reverencia. Mas la gracia atribuye
fielmente a sólo Dios toda honra y gloria.
6. La naturaleza teme
la confusión y el desprecio. Pero la gracia se alegra en padecer
injurias por el nombre de Jesús.
7. La naturaleza ama el ocio y
la quietud corporal. Más la gracia no puede estar ociosa; antes
abraza de buena voluntad el trabajo.
8. La naturaleza busca tener
cosas curiosas y hermosas, y aborrece las viles y groseras.
Mas
la gracia se deleita con cosas llanas y bajas, no desecha las
ásperas, ni rehúsa el vestir ropas viejas.
9. La naturaleza
mira lo temporal, y se alegra de las ganancias terrenas, se
entristece del daño, y enojase con cualquier palabra o injuria. Pero
la gracia mira lo eterno, no está pegada a lo temporal, ni se turba
cuando la pierde, ni se exaspera con las palabras ofensivas; porque
puso su tesoro y gozo en el cielo, donde ninguna cosa perece.
10.
La naturaleza es codiciosa, y de mejor gana toma que da; ama sus
cosas propias y particulares. Mas la gracia es piadosa y común para
todos, huye la singularidad, contentase con poco, tiene por mayor
felicidad el dar que el recibir.
11. La naturaleza nos inclina a
las criaturas, a la propia carne, a la vanidad y a las distracciones.
Pero la gracia nos lleva a Dio y a las virtudes, renuncia las
criaturas, huye el mundo, aborrece los deseos de la carne, refrena
los pasos vanos, avergüénzase de parecer en público.
12. La
naturaleza toma de buena gana cualquier placer exterior en que
deleite sus sentidos. Pero la gracia en solo Dios se quiere consolar,
y deleitarse en el sumo bien sobre todo lo visible.
13. La
naturaleza, cuanto hace, es por su propia utilidad y conveniencia; no
puede hacer cosa de balde, sino que espera alcanzar otro tanto o más,
o si no, alabanza o favor por el bien que ha hecho; y desea que sean
sus obras y sus dádivas muy ponderadas. Mas la gracia ninguna cosa
temporal busca, ni quiere otro premio, sino a solo Dios; y de lo
temporal no quiere más que cuanto basta para conseguir lo eterno.
14. La naturaleza se complace en sus muchos amigos y parientes,
se gloria de su noble nacimiento y distinguido linaje, halaga a los
poderosos, lisonjea a los ricos, aplaude a los iguales. Pero la
gracia ama aun a los enemigos y no se engríe por los muchos amigos,
ni hace caso de propio nacimiento y linaje, si en el no hay mayor
virtud.
Favorece más al pobre que al rico; se acomoda mas bien
al inocente que al poderoso; se alegra con el veraz, no con el
engañoso. Exhorta siempre a los buenos a que aspiren a gracias
mejores, y se asemejen al Hijo de Dios por sus virtudes.
15. La
naturaleza luego se queja de la necesidad y del trabajo. Pero la
gracia lleva con buen rostro la pobreza.
16. La naturaleza todo
lo dirige a sí misma, y por sí pelea y porfía. Mas la gracia todo
lo refiere a Dios, de donde originalmente mana, ningún bien se
arroga ni se atribuye a sí misma. No porfía, ni prefiere su modo de
pensar al de los otros; sino que en todo dictamen y opinión se
sujeta a la sabiduría eterna y al divino examen.
17. La
naturaleza apetece saber secreto y oír novedades; quiere aparecer en
público, y observar mucho por los sentidos; desea ser conocida, y
hacer cosas de donde le proceda alabanza y fama. Pero la gracia no
cuida de oír cosas nuevas ni curiosas; porque todo esto nace de la
corrupción antigua, y no hay cosa nueva ni durable sobre la tierra.
Enseña a recoger los sentidos, a huir la vana complacencia y
ostentación, esconder humildemente lo que tenga digno de admiración
o alabanza, y buscar en todas las cosas y en toda ciencia fruto de
utilidad, y alabanza y honra de Dios. No quiere que ella ni sus cosas
sean pregonadas; sino que Dios sea glorificado en sus dones, que los
da todos con purísimo amor.
18. Esta gracia es una luz
sobrenatural, y un don especial de Dios; y propiamente la marca de
los escogidos, y la prenda de la salvación eterna, la cual levanta
al hombre de lo terreno a amar lo celestial, y de carnal lo hace
espiritual. Así que, cuanto más apremiada sea la naturaleza, tanto
mayor gracia se infunde, y cada día es reformado el hombre interior
según la imagen de Dios con nuevas visitaciones.
3.55.4 Porque los dones naturales son comunes a buenos, y a malos; más la gracia y la caridad es don propio de los escogidos, y con ella se hacen dignos de la vida eterna. Tan encumbrada es esta gracia, que ni el don de la profecía, ni el hacer milagro, o algún otro saber, por sutil que sea, es estimado en algo sin ella. Ni aun la fe ni la esperanza, ni las otras virtudes son aceptas a Ti, sin caridad ni gracia.
3.55.5 estando tu gracia conmigo. Ella es fortaleza, ella me da
consejo y favor. Mucha más poderosa es que todos los enemigos, y
mucho más sabia que todos los sabios.
6. Ella enseña la verdad,
la ciencia, alumbra el corazón, consuela en las aflicciones,
destierra la tristeza, quita el temor, alimenta la devoción produce
lágrimas afectuosas.
¿Qué soy yo sin la gracia, sino un madero
seco, y un tronco inútil y desechado? Asísteme, pues, Señor, tu
gracia para estar siempre atento a emprender, continuar y
perfeccionar buenas obras, por tu Hijo Jesucristo. Amén.
3.56.1 Así como no desear nada exteriormente, produce la paz interior; así el negarse interiormente, causa la unión con Dios. Quiero que aprendas la perfecta renuncia de ti mismo en mi voluntad, sin replica ni queja.
Acabo de publicar unos libros muy interesantes sobre el cielo y el ángel de la guarda, de sacerdotes de principios del siglo XX. Tienen reseñas de los mismos en esta página de mi otra web |
Rezar el Rosario (mejor en latín) es el principal recurso que nos queda.
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