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(La numeración de las citas indica: Libro,
capítulo, apartado.
Unas veces "habla Jesucristo" y
otras "el alma")
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original están en cursiva
La palabra "sufrir" actualmente tiene un sentido de dolor (interno, del alma). Esto es una falsificación reciente de su sentido, que es el de "soportar". Hasta el diccionario de 1992 de la RAE no tuvo ese sentido de dolor. En todos los siglos pasados, cuando fue escrito el Kempis, tenía el sentido de "soportar", y así hemos de leer el texto si queremos entender su verdadero significado. Podemos soportar con dolor o con resignación: nos puede doler que esté lloviendo o podemos llevarlo con paciencia o con alegría.
Si "cambiamos el chip" y nos declaramos esclavos, servidores de un amo perfecto (Dios), todo lo que nos pase por hacer el bien, por ser infinitamente justo, nuestro amo nos lo pagará y con creces, porque también es infinitamente generoso. (Esto es el padecer "Por Dios", "por Él", o "por amor de Dios").
Esta esclavitud puede parecer algo excesivo, pero es lo que más nos conviene, también para vivir mejor esta vida. Esto está argumentado en general aquí. En las citas que siguen se explican en particular los beneficios de recibir cruces, contrariedades.
Las contrariedades de la vida son inevitables, cómo llevarlas -incluso con alegría-, está a nuestro alcance con la gracia de Dios. Esta otra página explica la importancia de esto: si llevamos las penas de buen grado, nos sirven de expiación de las penas temporales de nuestros pecados, si llevamos las penas de mala gana, no.
= = =
1.22.1 Ninguno hay en el mundo sin tribulación o angustia,
aunque sea rey o Papa. ¿Pues, quién es el que está mejor?
Ciertamente el que puede padecer algo por Dios.
2.3.3 Pues toda nuestra paz en esta miserable vida, está
puesta más en el sufrimiento humilde, que en dejar de sentir
contrariedades. El que sabe mejor padecer, tendrá mayor paz. Este es
el vencedor de sí mismo y señor del mundo, amigo de Cristo y
heredero del cielo.
3.23.3 Procura, hijo, hacer antes la
voluntad de otro que la tuya.
(no seguir lo que sabemos que
es nuestra voluntad, pero debemos seguir lo que entendemos como
voluntad de Dios o de los que tengan autoridad sobre nosotros, como
los padres)
Escoge siempre tener menos que más. Busca
siempre el lugar más bajo, y está sujeto a todos. Desea siempre, y
ruega que se cumpla en ti enteramente la divina voluntad. Así
entrarás en los términos de la paz y descanso.
3.25.1 Tu
paz la hallarás en la mucha paciencia.
2.12.5. Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará,
y guiará al fin deseado, adonde será el fin del padecer, aunque
aquí no lo sea. Si contra tu voluntad la llevas, cargaste, y
hácestela más pesada: y sin embargo conviene que sufras. Si
desechas una cruz, sin duda hallarás otra, y puede ser que más
grave.
Cuadro de "el Greco": Cristo llevando la cruz abrazándola, no rechazándola, erguido, sereno, con la mirada en lo alto, no atento a las piedras del camino.
2.12.3 Dispón y ordena todas las cosas según tu querer y
parecer, y no hallarás sino que has de padecer algo, o de grado o
por fuerza: y así siempre hallarás la cruz. Pues, o sentirás dolor
en el cuerpo, o padecerás tribulación en el espíritu.
2.12.4
A veces te dejará Dios, a veces te perseguirá el prójimo: lo que
peor es, muchas veces te descontentarás de ti mismo, y no serás
aliviado, ni refrigerado con ningún remedio ni consuelo; mas
conviene que sufras hasta cuando Dios quisiere. Porque quiere Dios
que aprendas a sufrir la tribulación sin consuelo, y que te
sujetes del todo a Él, y te hagas más humilde con la tribulación.
Ninguno siente así de corazón la pasión de Cristo, como aquel a
quien acaece sufrir cosas semejantes. Así que la cruz siempre está
preparada, y te espera en cualquier lugar; no puedes huir dondequiera
que estuvieres, porque dondequiera que huyas, llevas a ti contigo, y
siempre hallarás a ti mismo. Vuélvete arriba, vuélvete abajo,
vuélvete fuera, vuélvete dentro, y en todo esto hallarás cruz. Y
es necesario que en todo lugar tengas paciencia, si quieres tener paz
interior, y merecer perpetua corona.
2.12.6 ¿Piensas tu
escapar de lo que ninguno de los mortales pudo? ¿Quién de los
Santos fue en el mundo sin cruz y tribulación? Nuestro Señor
Jesucristo por cierto, en cuanto vivió en este mundo, no estuvo una
hora sin dolor de pasión. Porque convenía, dice, que Cristo
padeciese, y resucitase de los muertos, y así entrase en su gloria.
Pues ¿cómo buscas tú otro camino sino este camino real, que
es la vida de la santa cruz?
2.12.7 Toda la vida de Cristo fue
cruz y martirio, y tú ¿buscas para ti holganza y gozo? Yerras, te
engañas si buscas otra cosa sino sufrir tribulaciones; porque toda
esta vida mortal está llena de miserias, y de toda parte señalada
de cruces. Y cuanto más altamente alguno aprovecharé en espíritu,
tanto más graves cruces hallará muchas veces, porque la pena de su
destierro crece más por el amor.
3.12.1 En esta vida acaecen
muchas adversidades. Pues de cualquiera suerte que ordenare mi paz,
no puede estar mi vida sin batalla y sin dolor. Jesucristo:
2.
Así es, hijo; pero no quiero que busques tal paz, que carezca de
tentaciones, y no sienta contrariedades. Antes cuando fueres
ejercitado en diversas tribulaciones, y probado en muchas
contrariedades, entonces piensa que has hallado la paz. Si dijeres
que no puedes padecer mucho ¿cómo sufrirás el fuego del
Purgatorio? De dos males siempre se ha de escoger el menor. Por eso,
para que puedas escapar de los tormentos eternos, estudia sufrir con
paciencia por Dios los males presentes. ¿Piensas tú que sufren poco
o nada los hombres del mundo? No lo creas, aunque sean los más
regalados.
3.27.2 Si buscas esto o aquello, y quisieres estar
aquí o allí por tu provecho, y propia voluntad, nunca tendrás
quietud, ni estarás libre de cuidados; porque en todas hay alguna
falta, y en cada lugar habrá quien te ofenda.
3. Y así, no
cualquier cosa alcanzada o multiplicada exteriormente aprovecha; sino
más bien la despreciada y desarraigada del corazón.
(despreciada
como no deseada por nuestro corazón, no como rechazada por el mismo)
No entiendas eso solamente de las posesiones y de las riquezas;
sino también de la ambición de la honra, y deseo de vanas
alabanzas, todo lo cual pasa con el mundo. Importa poco el lugar, si
falta el fervor del espíritu; ni durará mucho la paz buscada por de
fuera, si falta el verdadero fundamento de la disposición del
corazón; quiero decir, si no estuvieses en Mí, puedes mudarte,
pero no mejorarte. Porque en llegando y agradando la ocasión,
hallarás lo mismo que huías, y más.
3.5.7-8 El amor es sumiso y obediente a los superiores, vil y
despreciado para sí; para Dios devoto y agradecido, confiando y
esperando siempre en Él, aun cuando no le regala, porque no vive
ninguno en amor sin dolor.
8. El que no está dispuesto a
sufrirlo todo, y a hacer la voluntad del amado, no es digno de
llamarse amante.
2.12.15 Porque si alguna cosa fuera mejor y más útil para la salvación de los hombres que el padecer, Cristo lo hubiera declarado con su doctrina y con su ejemplo. Pues manifiestamente exhorta a sus discípulos, y a todos los que desean seguirle, a que lleven la cruz, y dice: Si alguno quisiera venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
3.30.4 No te tengas por desamparado del todo, aunque te envíe a
tiempos alguna tribulación, o te prive del consuelo deseado; porque
de este modo se llega al reino de los cielos. Y sin duda te conviene
más a ti, y a los demás siervos míos, ser ejercitados en
adversidades, que si todo os sucediese a vuestro gusto. Yo penetro
los secretos; y sé que te conviene mucho para tu bien, que algunas
veces te deje desconsolado; para que no te ensoberbezcas en los
sucesos prósperos, ni quieras complacerte en ti mismo por lo que no
eres. Lo que yo te di, te lo puedo quitar, y volvértelo cuando me
agradare.
5. Cuando te lo diere, mío es: cuando te lo quitare,
no tomo cosa tuya, pues mía es cualquier dádiva buena y todo don
perfecto. Si te enviare pesadumbre, o alguna contrariedad, no te
indignes, ni desfallezca tu corazón. Presto puedo levantarte, y
mudar toda pena en gozo. Justo soy, y digno de ser alabado, cuando
así me porto contigo.
6. Si bien lo entiendes y lo miras a la
luz de la verdad, nunca te debes entristecer, ni descaecer tanto por
las adversidades; sino antes holgarte más y darme gracias. Y tener
por único gozo el ver que afligiéndote con dolores, no me olvido de
tí. Así como me amó el Padre, Yo os amo, dije a mis amados
discípulos, los cuales no envié a gozos temporales, sino a grandes
peleas; no a honras, sino a desprecios; no a ocio, sino a trabajos;
no al descanso, sino a recoger grandes frutos de paciencia.
Acuérdate, hijo mío, de estas palabras.
(Cristo vino a lo
que vino, no a holgar debajo de un cocotero. Nosotros igual)
3.35 Jesucristo:
1. Hijo, nunca estás seguro en esta vida;
porque mientras vivieres, tienes necesidad de armas espirituales.
Entre enemigos andas; a diestra y a siniestra te combaten. Si pues no
te vales del escudo de la paciencia a cada instante, no estarás
mucho tiempo sin herida.
2. Si buscas descanso en esta vida,
¿cómo hallarás entonces la eterna bienaventuranza? No procures
mucho descanso, sino mucha paciencia. Busca la verdadera paz, no en
la tierra, sino en el cielo: no en los hombres ni en las demás
criaturas, sino en Dios solo. Por amor de Dios debes padecer de buena
gana todas las cosas adversas; como son trabajos, dolores,
tentaciones, vejaciones, congojas, necesidades, dolencias, injurias,
murmuraciones, reprensiones, humillaciones, confusiones, correcciones
y menosprecios. Estas cosas aprovechan para la virtud; estas prueban
al nuevo soldado de Cristo; estas fabrican la corona celestial.
3.
¿Piensas tener siempre consolaciones espirituales al sabor de tu
paladar? Mis Santos no siempre las tuvieron, sino muchas pesadumbres,
diversas tentaciones y grandes desconsolaciones. Pero las sufrieron
todas con paciencia y confiaron más en Dios que en sí; porque
sabían que no son equivalentes todas las penas de esta vida, para
merecer la gloria venidera. ¿Quieres hallar de pronto lo que
muchos, después de copiosas lágrimas y trabajos, con dificultad
alcanzaron?
2.1.5 Cristo quiso padecer y ser despreciado, y tú ¿te
atreves a quejarte de alguna cosa? Cristo tuvo adversarios y
murmuradores, y tú ¿quieres tener a todos por amigos y
bienhechores? ¿Con qué se coronará tu paciencia, sin ninguna
adversidad se te ofrece? Si no quieres sufrir ninguna adversidad,
¿cómo serás amigo de Cristo?
3.19.1 Jesucristo: Hijo, ¿qué
es lo que dices? Cesa de quejarte considerando mi pasión y la de los
Santos. Aún no has resistido hasta derramar sangre. Poco es lo que
padeces, en comparación de lo que padecieron tantos, tan fuertemente
tentados, tan gravemente atribulados, probados y ejercitados de tan
diversos modos. Conviénete, pues, traer a la memoria las cosas muy
graves de otros, para que fácilmente sufras tus pequeños trabajos.
Y si no te parecen pequeños, mira no lo cause tu impaciencia. Pero
sean grandes o pequeños, procura llevarlos todos con paciencia.
2.
Cuánto más te dispones para padecer, tanto más cuerdamente obras,
y más mereces, y lo llevarás también más ligeramente si preparas
con diligencia tu ánimo, y lo acostumbras a esto. No digas: No puedo
sufrir esto de aquel hombre, ni debo aguantar semejantes cosas;
porque me injurió gravemente, y me levanta cosas que nunca pensé;
mas de otro sufriré de grado, y según me pareciere se debe sufrir.
Indiscreto es tal pensamiento, que no considera la virtud de la
paciencia, ni mira quién la ha de galardonar; antes se ocupa en
hacer caso de las personas, y de las injurias que le hacen.
3.
No es verdadero paciente el que no quiere padecer sino lo que le
acomoda, y de quien le parece. El verdadero paciente no mira quién
le ofende, si es superior, igual o inferior; si es hombre bueno y
santo, o perverso e indigno. Sino que cualquier adversidad que le
venga de cualquiera criatura indiferentemente, y en cualquier tiempo,
la recibe de buena gana, como de la mano de Dios, y la estima por
mucha ganancia. Porque nada de cuanto se padece por Dios, por poco
que sea, puede pasar sin mérito ante su divino acatamiento.
4.
Está, pues, preparado para la batalla, si quieres conseguir la
victoria. Sin pelear no puedes alcanzar la corona de la paciencia. Si
no quieres padecer, rehúsa ser coronado; pero si deseas ser
coronado, pelea varonilmente, sufre con paciencia. Sin trabajo no se
llega al descanso, ni sin pelear se consigue la victoria.
2.11.2 Mas los que aman a Jesús, por el mismo Jesús, y no por
alguna propia consolación suya, bendícenle en toda la tribulación
y angustia del corazón, tan bien como en consolación.
3.47.2
Atiende a tu negocio, trabaja fielmente en mi viña, que yo seré tu
galardón. Escribe, lee, canta, suspira, calla, ora, sufre
varonilmente lo adverso; la vida eterna digna es de esta y de otras
mayores peleas. Vendrá la paz un día que el Señor sabe.
3.50.5
Gracias te doy porque no me escaseaste los males; sino que me
afligiste con amargos azotes, enviándome dolores y angustias
interiores y exteriores. No hay quien me consuele debajo del cielo
sino Tú, Señor Dios mío, médico celestial de las almas, que
hieres y sanas, pones en grandes tormentos y libras de ellos.
3.57.2
Sufre a lo menos con paciencia, si no puedes con alegría. Y
si oyes algo contra tu gusto y te sientes irritado, refrénate, y no
dejes salir de tu boca alguna palabra desordenada que pueda
escandalizar a los inocentes.
3.25.3 El no sentir alguna
tribulación, ni sufrir alguna fatiga en el corazón o en el cuerpo,
no es de este siglo, sino propio del eterno descanso. No juzgues,
pues, haber hallado la verdadera paz, porque no sientas alguna
pesadumbre; ni que ya es todo bueno, porque no tengas ningún
adversario; ni que está la perfección en que todo te suceda según
tú quieres. Ni entonces te reputes por grande o digno especialmente
de amor, porque tengas gran devoción y dulzura; porque en estas
cosas no se conoce el verdadero amador de la virtud, ni consiste en
ellas el provecho y perfección del hombre.
El Alma:
4.
¿Pues en qué consiste, Señor? Jesucristo:
5. En ofrecerte de
todo tu corazón a la divina voluntad, no buscando tu interés en lo
poco, ni en lo mucho, ni en lo temporal, ni en lo eterno. De manera
que con rostro igual, des gracias a Dios en las cosas prósperas y
adversas, pensándolo todo con un mismo peso.
(como
el cuento del chino)
Si fueres tan fuerte y firme en la
esperanza que, quitándote la consolación interior, aún esté
dispuesto tu corazón para padecer mayores penas, y no te
justificares, diciendo que no debieras padecer tales ni tantas cosas,
sino que me tuvieres por justo y alabares por santo en todo lo que Yo
ordenare, cree entonces que andas en el recto camino de la paz, y
podrás tener esperanza cierta de ver nuevamente mi rostro con
júbilo. Y si llegares al perfecto menosprecio de ti mismo, sábete
que entonces gozaras de abundancia de paz, cuanto cabe en este
destierro.
(menosprecio que no es odio o repulsión a
nuestras particularidades, sino librarnos de que nos tiranicen)
2.12.9 No es según la condición humana llevar la cruz,
amar la cruz, castigar el cuerpo, ponerle en servidumbre; huir las
honras, sufrir de grado las injurias, despreciarse a sí mismo, y
desear ser despreciado; sufrir toda cosa adversa y dañosa, y no
desear cosa de prosperidad en este mundo. Si miras a ti, no podrás
por ti cosa alguna de éstas: mas si confías en Dios, Él te enviará
fortaleza del cielo, y hará que te estén sujetos el mundo y la
carne. Y no temerás al diablo tu enemigo, si estuvieses armado de
fe, y señalado con la cruz de Cristo.
2.12.10 Disponte, pues,
como buen y fiel siervo de Cristo, para llevar varonilmente la cruz
de tu Señor crucificado por tu amor. Prepárate a sufrir muchas
adversidades y diversas incomodidades en esta miserable vida; porque
así estará contigo Jesús adondequiera que fueres; y de verdad que
le hallarás en cualquier parte que te escondas. Así conviene que
sea, y no hay otro remedio para evadirse del dolor y de la
tribulación de los males, sino sufrir. Bebe afectuosamente el cáliz
del Señor, si quieres ser su amigo, y tener parte con Él. Remite a
Dios las consolaciones, para que haga con ellas lo que más le
agradare. Pero tú disponte a sufrir las tribulaciones, y estímalas
por grandes consuelos; porque no son condignas las pasiones de este
tiempo para merecer la gloria venidera, aunque tú solo pudieses
sufrirlas todas.
2.12.8. Mas este tal así afligido de tantas
maneras, no está sin el alivio de la consolación; porque siente el
gran fruto que le crece con llevar su cruz. Porque cuando se sujeta a
ella de su voluntad, toda la carga de la tribulación se convierte en
confianza de la divina consolación. Y cuanto más se quebranta la
carne por la aflicción, tanto más se esfuerza el espíritu por la
gracia interior. Y algunas veces tanto es confortado del afecto de la
tribulación y adversidad, por el amor y conformidad de la cruz de
Cristo, que no quiere estar sin dolor y tribulación: porque se
tiene por más acepto a Dios, cuanto mayores y más graves cosas
pudiere sufrir por Él. Esto no es virtud humana, sino gracia de
Cristo, que tanto puede y hace en la carne flaca, que lo que
naturalmente siempre aborrece y huye, lo acometa y acabe con fervor
de espíritu.
3.19.5 El Alma: Hazme, Señor, posible por la
gracia, lo que me parece imposible por mi naturaleza.
Tú sabes
cuán poco puedo yo padecer, y que presto desfallezco a la más leve
adversidad. Séame por tu nombre amable y deseable cualquier
ejercicio de paciencia; porque el padecer y ser atormentado por Ti,
es de gran salud para mi alma.
3.26.3 Dame fortaleza para
resistir, paciencia para sufrir, constancia para perseverar. Dame en
lugar de todas las consolaciones del mundo la suavísima unción de
tu espíritu; y en lugar del amor carnal infúndeme el amor de tu
nombre.
3.29.1 Sea tu nombre, Señor, para siempre bendito, que
quisiste que viniese sobre mí esta tentación y tribulación. Yo no
puedo huirla; sino que necesito acudir a Ti, para que me ayudes, y me
la conviertas en provecho. Señor; ahora estoy atribulado, y no le va
bien a mi corazón; sino que me atormenta mucho esta pasión. Y ¿qué
diré ahora, Padre amado? Rodeado estoy de angustias. Sálvame en
esta hora. Mas he llegado a este trance, para que seas Tú
glorificado cuando yo estuviere muy humillado y fuere librado por Ti.
Dígnate, Señor, librarme; porque yo, pobre, ¿qué puedo hacer, y
adónde iré sin Ti? Dame paciencia, Señor, también en este trance.
Ayúdame, Dios mío, y no temeré por más atribulado que me halle.
2. Y entre estas congojas, ¿qué diré ahora? Hágase, Señor,
tu voluntad. Bien he merecido yo ser atribulado y angustiado. Aún me
conviene sufrir; y ¡ojalá sea con paciencia, hasta que pase la
tempestad y haya bonanza!
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