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Índice de temas religiosos
Estamos en "los tiempos finales" (enlace)

Cita de San Francisco de Asís sobre unos que predican y otros que producen realmente el fruto

En sus “Obras completas” Ed. B.A.C., 1945, pone un ejemplo de equivocación al interpretar la causa de las cosas y predicar a los demás pero no vivir conforme a ello (p. 739):

Hay muchos frailes que ponen todo su empeño y solicitud en adquirir una vana ciencia, abandonando su santa vocación, separándose tanto con el cuerpo como con la mente de las sendas de la humildad y de la fervorosa oración; los cuales, cuando al predicar al pueblo observan que algunos quedan edificados o se convierten al Señor por la penitencia, se llenan de una orgullosa hinchazón y se ensoberbecen del progreso y adelanto ajenos, como si fuese propio, siendo así que lo que ellos consiguen con su predicación no es otra cosa sino precipitarse más y más en el mal, no sacando para sí en realidad provecho alguno, ya que no son otra cosa sino meros instrumentos de que Dios se sirve para los grandes efectos de su divina misericordia, pues los que ellos creen que son edificados y convertidos a verdadera penitencia por su ciencia y predicación, lo deben más bien al auxilio del Señor que los edifica y convierte mediante las fervorosas oraciones y piadosas lágrimas de algunos religiosos virtuosos, humildes y sencillos, aun cuando estos santos religiosos lo ignoren, permitiéndolo así el Señor para que no tengan ocasión de ensoberbecerse.

Estos son mis frailes benditos, caballeros de la Tabla Redonda, que gustan de vivir en los desiertos y lugares retirados, para dedicarse allí más frecuentemente a la oración y meditación, llorando sus pecados y los de sus prójimos, viviendo humilde y sencillamente, cuya perfección es sólo conocida por Dios y casi siempre ignorada de los hombres y hasta de los mismos frailes.

Cuando las almas de éstos sean presentadas por los ángeles ante el tribunal del Señor, éste les hará patente el fruto y la recompensa de sus trabajos, esto es, la multitud de almas que se habían salvado por sus buenos ejemplos, por sus oraciones y por sus lágrimas, diciéndoles al propio tiempo: “Amados hijos míos, todas estas almas se salvaron por vuestras oraciones, penitencias y buenos ejemplos; y ya que fuisteis fieles en lo poco, yo os elevaré a una altura mucho mayor (Mt. 25, 21). Otros, en cambio, predicaron y trabajaron con sermones debidos a su vana ciencia; mas yo, atendiendo a vuestros méritos, he procurado sacar de ellos mucho fruto de salvación; por lo tanto, recibid el premio que corresponde a sus trabajos y que es fruto de vuestros méritos, o sea el reino eterno, el cual habéis sabido arrebatar con la violencia ejercida por vuestra humildad, por vuestra sencillez, por vuestras oraciones y por vuestras lágrimas.”

Así éstos, después de su trabajo, volverán trayendo sus gavillas, esto es, el fruto y los méritos de su santa humildad y simplicidad, y entrarán llenos de gozo y de alegría en la gloria de su Señor. Aquellos, en cambio, que sólo pensaron en adquirir vana ciencia y en enseñar de palabra a los otros los caminos de la salvación, no cuidándose de trabajar nada para sí mismos, se hallarán en el tribunal de Cristo desnudos de méritos y vacíos de buenas obras, no llevando otras gavillas que las de su propia confusión, vergüenza y dolor.

Entonces aparecerá con toda su gloria, magnificencia y esplendor la verdad de la santa humildad y sencillez, la utilidad de la santa oración y de la pobreza, que deberían constituir nuestro más preciado patrimonio; en tanto que los otros, inflados por su vana ciencia, obscurecieron esta verdad con su vida tibia y sus ampulosas predicaciones, llegando a asegurar ser falsa la misma verdad, y obcecados por su orgullo, persiguieron cruelmente a cuantos caminaron por las sendas de la verdad. Entonces se trocarán en gran dolor, confusión y vergüenza el error y la falsedad de sus opiniones que en esta vida siguieron, que predicaron como verdades indiscutibles, por las cuales precipitaron a muchos en el abismo de la ceguera intelectual, y ellos mismos serán sumergidos con sus falsas opiniones en el abismo del fuego eterno, para sufrir allí en compañía de los príncipes de las tinieblas.

Y comentando el texto “Entonces la que era estéril engendró a muchos, y la que tenía gran número de hijos quedó debilitada e infecunda” (Is. 54, 1), dice: “La estéril representa al buen religioso, sencillo, humilde, pobre y despreciado, que con sus oraciones y virtudes edifica sin cesar a los demás y los engendra para Dios con gemidos dolorosos.”



Acabo de publicar unos libros muy interesantes sobre el cielo y el ángel de la guarda, de sacerdotes de principios del siglo XX. Tienen reseñas de los mismos en esta página de mi otra web

Rezar el Rosario (mejor en latín) es el principal recurso que nos queda.

Estas páginas son apuntes que pueden contener errores de un servidor y se van mejorando con el tiempo y la gracia de Dios.

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